La Real Academia Española es la máxima institución cultural de la lengua española. Su principal función es la de regulación lingüística entre el mundo hispanohablante.
Se fundó en Madrid en el año 1713, bajo el reinado de Felipe V por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco. Aunque no fue hasta un año después, en 1714, cuándo la academia aprobó sus primeros estatutos. A diferencia de otros países, España no disponía de un diccionario oficial que recogiera las voces y vocablos de la lengua, por lo que este fue uno de los principales objetivos. Se puede afirmar que pretendió fijar el idioma gracias a la relevancia que había adquirido durante el siglo XVI.
El modelo institucional se basó en las academias italiana y francesa y su propósito fue, tal como hemos comentado, el de fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor elegancia y pureza. En su primer estatuto ya se disponía la importancia de este propósito al detallar que su misión era la de “cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua castellana”.
Todo esto bajo un lema, que muchos escolares aprendían en el colegio y que hoy suena bastante jocoso para los españoles, que es el de: “Limpia, fija y da esplendor”. Una frase que se refiere a la intencionalidad de eliminar las formas no reconocidas, encontrar solidez al sistema lingüístico español y dar esplendor educando junto a las normas de la lengua española.La institución de la Real Academia Española está formada por 46 académicos cuyos nombres están distribuidos según las letras del alfabeto latino, desde la letra A hasta la letra Z, en mayúsculas y minúsculas. Estas plazas son vitalicias y desde su constitución ha tenido 485 miembros.
Como nota curiosa cabe destacar que algunas letras del alfabeto de estos “académicos de número” nunca han tenido representación en sus sillas. Estas letras son: la v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. Estos individuos son elegidos por sus componentes entre las personas más dignas que consideren en votación secreta y con mayoría absoluta.
Además de estos académicos de número, la RAE también tiene académicos correspondientes y honorarios. La incorporación de los académicos correspondientes se formalizó en los estatutos de 1859 y distingue a personas que son reconocidas por sus investigaciones, estudios y publicaciones sobre materias relacionadas con la lengua o la literatura.
Llegar a formar parte de estos académicos correspondientes es el sueño de muchos investigadores de la lengua española. Además del reconocimiento y un diploma, a dichos académicos se les permite participar en el pleno relacionado con materias literarias y lingüísticas. Estos académicos no pueden superar los 60 miembros y se procura que tengan representación todas las comunidades autónomas. Junto a estos también tienen cabida miembros hispanoamericanos y extranjeros.